en
la puerta de Zara
una
abuela pedía para comer
mientras
las consumistas
mostraban
su indiferencia
no
tengo dinero
pero
puedo darle una barra de pan
gracias
niña
que
tenga suerte señora
un
senegalés acelera a mi lado
entre
locales comerciales
para
que ante mis ojos
sea
bloqueado por un cerdo
vestido
de paisano
todos
los ojos miran
si
vende en la calle
no
es necesario matarlo
en
pocos segundos
el
ritmo de las tiendas
vuelve
a su aparente normalidad
todas
contentas
con
nuestra libertad coartada
en
ella
puedo
derrochar
fuimos,
somos y seremos
una
manada de perfumados borregos
con
las manos manchadas
en
sangre ajena
¿no
recuerdas cómo sucedió?
el
primer día que callaste
te
convertiste en cómplice
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